• En la conferencia Bernardo Reyes. El general en su laberinto, el jueves 1 de diciembre a las 18:00 en la Capilla Alfonsina
  •  Es uno de los personajes más fascinantes del siglo XIX y principios del XX: Carmen Sáez

Bernardo Reyes, nacido en 1849, se distinguió por ser un destacado militar mexicano considerado fuerte candidato para sustituir al general Porfirio Díaz. Fue padre del gran escritor, humanista y helenista Alfonso Reyes.

Para recordar a una de las figuras más importantes de la historia nacional, la doctora Carmen Sáez Pueyo impartirá la conferencia Bernardo Reyes. El general en su laberinto, el jueves 1 de diciembre a las 18:00 en la Capilla Alfonsina.

 

“Bernardo Reyes es uno de los personajes más fascinantes del siglo XIX y principios del XX. La consolidación de su figura y su poderío lo convirtieron en un agente sumamente dinámico durante los últimos años del porfiriato”, compartió Carmen Sáez en entrevista.

Gobernador de Nuevo León entre 1899 y 1909, Reyes materializó diversas iniciativas en la entidad, como mejorar la economía y la educación, e industrializar el estado. Durante su mandato nunca abandonó sus responsabilidades militares: propuso el servicio militar obligatorio y modificó el sistema de reclutamiento.

Cerca de 1900, Porfirio Díaz lo nombró ministro de Guerra, cargo al que renunció posteriormente. Tiempo después surgieron ideas que postulaban a Reyes para suceder a Díaz. Tuvo que renunciar a su cargo como gobernador para evitar calumnias y salió en una “comisión” militar a Europa.

A su regreso se rebeló contra Francisco I. Madero y lo arrestaron. Fue entonces cuando algunos conspiradores del gobierno lo convencieron de liderar un nuevo levantamiento. Fue asesinado el 9 de febrero de 1913 a las puertas de Palacio Nacional.

“El enfrentamiento con Los Científicos, así como el constante temor político de Díaz hacia Reyes, derivaron en el exilio político del último, pero, además, en un conjunto de circunstancias que propiciaron el estallamiento de la Revolución Mexicana, para, por fin, terminar la trayectoria de Bernardo Reyes en el inicio de la Decena Trágica, inspiración de la mítica Oración del 9 de febrero de la pluma de su hijo, Alfonso”, finalizó Carmen Sáez.

En este poema, Alfonso Reyes escribió su sentir por la ausencia de su padre, así como la gran admiración que le tenía: “…Era la suya una de esas naturalezas cuya vecindad lo penetra y lo invade y lo sacia todo. Junto a él no se deseaba más que estar a su lado. Lejos de él, casi bastaba recordar para sentir el calor de su presencia…”.