o   Jorge Volpi, Rosa Beltrán y Socorro Venegas participaron en el homenaje Ignacio Padilla: físico cuéntico (1968-2016), en la Sala Manuel M. Ponce

o   Una manera de hacerlo presente es leyendo sus obras, dijeron

o   “Padilla no era mi amigo, era mi hermano”, comentó emocionado Jorge Volpi

El escritor Ignacio Padilla fue precoz en muchas cosas. Desde temprano ganó premios, pero también su muerte fue prematura. Es difícil pensar que él ya no está aquí a nuestro lado, pero vamos a leerlo, esta será la manera en que siempre esté presente como lo que fue: amigo, compañero, hermano.

En todo ello coincidieron los escritores Jorge Volpi, Rosa Beltrán y Socorro Venegas, quienes estuvieron cerca del autor, y ayer martes se reunieron en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para recordarlo --a tres meses de su fallecimiento-- en una sesión titulada Ignacio Padilla: físico cuéntico (1968-2016), organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

o   Jorge Volpi, Rosa Beltrán y Socorro Venegas participaron en el homenaje Ignacio Padilla: físico cuéntico (1968-2016), en la Sala Manuel M. Ponce

o   Una manera de hacerlo presente es leyendo sus obras, dijeron

o   “Padilla no era mi amigo, era mi hermano”, comentó emocionado Jorge Volpi

El escritor Ignacio Padilla fue precoz en muchas cosas. Desde temprano ganó premios, pero también su muerte fue prematura. Es difícil pensar que él ya no está aquí a nuestro lado, pero vamos a leerlo, esta será la manera en que siempre esté presente como lo que fue: amigo, compañero, hermano.

En todo ello coincidieron los escritores Jorge Volpi, Rosa Beltrán y Socorro Venegas, quienes estuvieron cerca del autor, y ayer martes se reunieron en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para recordarlo --a tres meses de su fallecimiento-- en una sesión titulada Ignacio Padilla: físico cuéntico (1968-2016), organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Autor de libros de narrativa como La catedral de los ahogadosSubterráneos, así como de una amplia obra de literatura infantil y, a últimas fechas, un experto cervantista, Ignacio Padilla fue recordado por sus amigos, su familia y el público en general en una sesión en la que se dio a conocer el cuento inédito Conflagración de murciélagos en voz del actor Roberto Sosa.

Este evento fue marco también para celebrar el 48 aniversario del nacimiento del autor, integrante de la llamada generación del crack.

Con la moderación de Mauricio Montiel Figueiras, coordinador nacional de Literatura del INBA, quien dijo que Padilla fue un escritor que contó con “legiones de fans” y que “nunca nadie habla mal de él, cosa rara en el medio”, la escritora Rosa Beltrán narró varias anécdotas que vivió junto con Ignacio Padilla.

Comentó que lo conoció cuando fueron becarios del Fonca (1993-1994) y se distinguió por ser un devoto católico. “Nacho tenía como obsesión la escritura y un día se inscribió a un concurso con tres diferentes seudónimos, así ganó el primero, segundo y tercer lugares del certamen”, contó Beltrán.

En su escritura, indicó, podemos ver al Padilla antiguo y moderno, al experto cervantista y al impulsor de la literatura infantil, así como al académico de la lengua que, no obstante, de cariño, “a mí me llamaba Rose”.

Precoz en todo lo que hizo, “lo fue también en su muerte, con lo que a sus amigos nos dejó una gran tristeza”, aseguró Rosa Beltrán, escritora y directora de actividades literarias de la UNAM.

Por su parte, Socorro Venegas narró que se conocieron como jurados en un concurso de cuento infantil y coincidieron en su elección. Años después se encontraron nuevamente cuando ella fue su editora en el Fondo de Cultura Económica (FCE) y conoció al escritor y al ser humano generoso que dio a la editorial siete textos. Por ello, dijo, el FCE abrió una librería con su nombre en el Papalote Museo del Niño y el próximo año editará un nuevo libro con materiales inéditos.

“Decirle adiós a Nacho ha sido difícil, nos ha dejado una gran tristeza. Lo recordaré siempre jovial, siempre alegre, siempre vivo, a través de sus numerosos libros. Eso es lo que él quería, por eso, vamos a leerlo”, invitó.

En su momento, el escritor y miembro también de la llamada generación del crack, Jorge Volpi, reflexionó acerca de su larga amistad con Ignacio Padilla, la cual inició desde que tenían 16 años de edad.

Ante la ausencia del autor de Cervantes y compañía, expresó: “Me doy cuenta que yo no era su amigo: él era mi hermano, que no es lo mismo”. Recordó sus años en que convivió, además, con Eloy Urroz y Alejandro Estivill, con quienes, por diversión, escribió un libro: Variaciones sobre un tema de Faulkner.

Era una ficción “a cuatro manos” en el que cada quien narraba casi su propia vida; el personaje principal soñaba en que ese libro un día lo iba a publicar la editorial Joaquín Mortiz, la cual, en los hechos, lo rechazó rotundamente, contó Volpi.

Un día –prosiguió— Eloy se llevó el texto recuperado tiempo después para sacarle copias y darle una a cada uno de los cuatro autores, lo cual nunca sucedió. Sin embargo, tiempo después, Volpi recibió una llamada para informarle que dicho libro había ganado un certamen de cuento.

Luego platicó que años después Padilla y él se fueron a estudiar a Europa y en Florencia vivieron en una extraña casa donde el frío era el principal habitante. “Fueron dos años muy duros y nunca me cansé de él. Ahí Nacho comenzó su incursión en Cervantes y yo empecé a escribir En busca de Klingsor”.

Por eso –recapituló—Nacho no era mi amigo, era mi hermano, un hermano al que se extraña y es difícil saber que no está aquí, pero que siempre lo estará. Explicó que ha participado en dos homenajes a Padilla y aún falta otro, en Guadalajara. Después de ello, afirmó, “no volveré a participar en otro homenaje, pero siempre estará aquí, cada vez que lo vuelva a leer”.

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