• Participarán Adolfo Castañón, Alberto Enríquez Perea y Alicia Reyes Mota 
  • Alfonso Reyes fue un hombre capaz de levantar ciudades con un soplo: Adolfo Castañón 
  • Jueves 23 de marzo a las 18:00 en la Capilla Alfonsina

Como parte del Seminario Alfonso Reyes, organizado por la Cátedra Alfonso Reyes, el Tecnológico de Monterrey y el Instituto Nacional de Bellas Artes, este jueves 23 de marzo, los especialistas Adolfo Castañón, Alberto Enríquez Perea y Alicia Reyes Mota versarán sobre la poesía del regiomontano universal. La cita es en la Capilla Alfonsina a las 18:00.

La vida y la obra de Alfonso Reyes están iluminadas en su totalidad por la poesía y por el quehacer poético. En 1924 publicó su poema dramático Ifigenia cruel, en cuya amplia arquitectura, describe Adolfo Castañón, respira una palabra límpida y ceñida que Octavio Paz describió como algo comparable a la de Paul Valéry.

“El dominio de la prosodia y de una variedad de metros hace a este poema una de las construcciones más sorprendentes de la lírica hispanoamericana contemporánea.

“El poema Yerbas del tarahumara de 1934 fue saludado desde su aparición por su traductor Valery Larbaud como un regalo de y para los sentidos. Este poema escrito casi de un tirón es uno de los poemas de Alfonso Reyes que más y mejor han atravesado los desiertos del tiempo para llegar hasta nosotros con su fresca y espontánea cosecha de montaraces atmósferas”, asegura el poeta, ensayista, editor y crítico literario mexicano.

La aproximación reflexiva y crítica de Alfonso Reyes sobre el quehacer poético y el “impulso lírico” es muy amplia. Adolfo Castañón señala que esto se puede observar desde su primer libro Cuestiones estéticas; se retoma luego en las notas y el comentario a su poema Ifigenia cruel, se recoge en los ensayos de Cuestiones gongorinas, se ahonda en los textos reunidos en La experiencia literaria, en particular en el dedicado a las jitanjáforas; se afirma en El deslinde, en Al yunque y en Tres puntos de exegética literaria. Lo anterior sin mencionar las incursiones de Alfonso Reyes sobre sus estudios helénicos, su tarea periodística, su propia poesía y la filología.

“El ir hacia el poema y el regresar a su reconocimiento, a través de la reflexión, fueron en la vida y en la escritura de Alfonso Reyes una dádiva y un don, un oficio de piedad hacia su propia sombra y de caridad hacia la sombra de la ciudad y de las letras. Hay en esta actitud una voluntad de mirar hacia lo alto, que es desde luego reflejo de una aspiración y de una exigencia ética que anima su ejercicio poético. Alfonso Reyes fue un hombre capaz de crear atmósferas y de levantar ciudades con un soplo. Su poesía corre la voz entre nosotros anunciando la posibilidad misma de ese entre nos, de ese techo moral y estético que es el de la palabra compartida”.

Otro de los valores que destaca Adolfo Castañón sobre la expresión poética de Alfonso Reyes es la fusión de formas del habla popular con las voces recogidas de la tradición clásica, muchas de ellas de origen y raíz popular.

“El juego con la experiencia le permite a Reyes saludar los placeres de la mesa, las emociones del viajero, ascender a la expresión lírica y teatral, descender a los revoloteos de la farsa --como en la opereta de Landrú--, alcanzar los diversos registros de la experiencia, desde los de la soledad y los de la escritura misma hasta los ecos de la experiencia épica como en el romance Villa de Unión. El arco de la expresión de Alfonso Reyes es por eso uno de los más flexibles y maleables de la expresión americana”.