• Por su lugar protagónico en la literatura mexicana: Teresa Vicencio

Callada, atenta a lo que le decían, “feliz y muy agradecida”, así recibió la escritora y narradora, Amparo Dávila el homenaje nacional que se le rindió en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el que la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio, le entregó un reconocimiento por el “lugar protagónico que ocupa en la literatura mexicana”, el pasado domingo, 11 de diciembre.

Al inicio Laura Emilia Pacheco, titular de publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, leyó un texto enviado por el escritor Alberto Manguel, en el que adelantó que alrededor del homenaje se llevarán diversas actividades, que incluyen la distribución, en las más de 4 mil 100 Salas de Lectura de todo el país, la poesía reunida de la autora zacatecana, para laurearla con la lectura de sus poesía.

 

 

En el texto que Pacheco leyó, Manguel recordó que conoció a la autora mucho antes de verla físicamente: “Cuando descubrí sus cuentos, que nos enseñó, (a los) engreídos adolescentes argentinos, que en ese lugar tan exótico que se llamaba México, se estaba haciendo una literatura única, intemporal, profunda, revelatoria, iniciática.

 

“Para nosotros no fue el Laberinto de la soledad el libro que nos revelo nuestra identidad hispanoparlante en el espejo de la identidad mexicana, fueron los libros de Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Fernando Benítez y Amparo Dávila”. El autor español, recordó que en su juventud, fascinado por la literatura de la escritora, tradujo al inglés el cuento “Alta cocina”. “Me pregunté si Kafka no la habría leído con envidia”.

 

Por su parte, Gustavo Salinas, director del Instituto Zacatecano de Cultura, advirtió que “Dávila pertenece a una pléyade de zacatecanos que, en el ámbito del arte y la cultura, han contribuido a la riqueza del patrimonio cultural de México. De una elevada estirpe, en los que se inscriben también, Eulalio Guzmán, López Velarde, Manuel M. Ponce, entre otros artistas oriundos de ésa tierra”.

 

En la mesa, la escritora se encontraba rodeada de especialistas sobre su obra como Evodio Escalante, Luz Elena Samudio, Georgina García, Juan Antonio Calderas, Omegar Martínez y León Guillermo Gutiérrez, en la que se analizó el valor y las aportaciones literarias de la escritora.

 

Los ponentes estuvieron de acuerdo en que se necesitarían más estudios para entender el universo que construye Dávila, no sólo en su poesía, sino también en su narrativa. Asimismo, festejaron que se haya publicado una compilación de su poesía, que incluye el último poemario de la autora, El cuerpo y la noche, hasta ahora inédito.

 

El crítico literario y poeta, Evodio Escalante advirtió que “bajo la tersura y precisión de su prosa se disimulaba la figura de poeta de la autora, quien opta por la narración como medio final de expresión; sin embargo, dígase lo que se diga, su primera raíz es poética. Atender a esta raíz es un trance obligado, si queremos captar como un todo el temple de la escritora. Por eso estimo como un acierto que el Fondo de Cultura Económica rescate las perdidas y olvidadas plaquets que se empolvaban en las estanterías”.

 

Por su parte, el poeta, León Guillermo Gutiérrez, acompañado en la mesa por Juan Antonio Calderón, coordinador editorial del Instituto Zacatecano de Cultura, hizo un itinerario por los cuatro libros de poesía de Dávila: Salmos bajo la luna (1950), Perfil de soledades (1954), Meditaciones a la orilla del sueño (1954) y El cuerpo y la noche (1965-2007). Señaló que es una autora “de libros imprescindibles de la literatura de habla hispana, que durante décadas se ha mantenido al margen de grupos y camarillas literarias”.